sábado, junio 24, 2006

(04) Un día muy agitado

Especificaciones: Un adolescente va caminando hacia su casa y se encuentra con una pelea de perros, un botellón y lo persigue un skin.
Se encuentra con un amigo y se lo cuenta en primera persona. Poner especial interés en recrear la voz de un adolescente.


No te lo imaginas el día que tuve ayer, tronco. Te lo digo tal que me pasó y ya sé que no te lo vas a creer porque igual ni yo mismo me lo creo. Prepárate a flipar, tronco:
Pues ayer, a cosa de las 12 y media, estaba dándole al juego que me dejaste el lunes, y ya iba a entrar en el nivel 5 y con tres vidas por delante cuando… ¿Que no? Que sí tío, ¿A que sale un dragón verde de tres cabezas tirándote bolas de fuego? Lo ves, tronco, ya empiezas a dudar y todavía no he empezado.
Pues eso, que estaba alucinando con la Play cuando, de pronto, se me apaga la pantalla y es que la Tere ha pinchado el secador de pelo en mi enchufe, así, como si nada.
Pero, ¿tú estás empanada o qué?, le digo, no ves que me has dejado a punto de batir mi propio record tía? y ella: que a ver, que el baño está ocupado y que había quedado con las amigas, que iba tarde. Que creciera, que dejara ya los jueguecitos, ¡encima!
Así que cogí la chupa y salí directo para el botellón de TorreEuropa, aunque no pensaba ir, pero fui sólo para quitarme el mal cuerpo que me había dejado mi hermanita.
En esto que voy por Castellana, a la altura del Bernabeu, quedando con los coleguis por el móvil, cuando me caen encima dos skinhead que me agarran el motorola y las pelotas. Serán cabrones, no sabía a donde echar mano primero, pero claro ¿tu que hubieras hecho? Lo primero es lo primero, así que me pillaron el móvil. Temiéndole estoy, tronco, a contárselo a mi viejo. Ya me lo veo venir: Que a saber lo que estabas haciendo, que en qué sitios te metes, que con qué zarrapastrosos te juntas, que es el tercer móvil en lo que va de año, que me vas a arruinar y así hasta que se canse. Tengo ganas de ganar pasta, tío, sólo para no oírlo más.
Bueno, pues eso, que me pillan el móvil y gracias que la cosa quedó ahí. ¿Te conté lo que le pasó al Diego en Manoteras? ¿No? Pues que lo dejaron en bolas unos latin king y tuvo que echar mano de unos cartones para taparse las vergüenzas y llego a su casa escondiéndose detrás de los coches aparcados. Intentó entrar por el balcón, pero estaba medio pedo, se escurrió y del golpe que se dio en el costillar despertó a todo el vecindario que estaba sopa a las cuatro de la noche. Creyeron que era un ladrón, llamaron a los maderos y estuvo detenido en comisaría más de dos horas sin que lo creyeran, y al final, viendo que era verdad que tenía las costillas rotas, se lo llevaron al hospital. Y hasta salió en la tele ¿no lo vistes? Si hombre, en Sucedió en Madrid. Yo me descojonaba, tronco, cuando me lo contaron.
Bueno, pues eso, que después del incidente, salgo escopetado para TorreEuropa, mirando para atrás más que para delante y me doy de cara con unos pavos formando círculo y con muy mal rollo. Me acerco a ver, y están con una pelea de perros rabiosos. Dos perracos que te cagas, tío. El más grande tenía media jeta colgando y el chiquito le tiraba mordiscos al colgajo a ver si se lo arrancaba. Que asco tronco, me revolvieron las tripas. Ni te creas la mala leche que tenia el pequeñajo. Parecía mentira que pudiera con un bicho que le doblaba el tamaño. Me acordé de ti, por lo chiquito y peleón que eres… Que no hombre, que es broma. No te piques.
Pues lo que te decía, tronco. Cuando me acerqué para ver mejor, un tipo que se parecía al perro, me agarra de la solapa y me dice: ¿Tienes pasta chaval?

Me acojone, tronco. Le dije que no, claro, y va el tío y de un empujón me mete con los perros.
-Pues si no vienes a apostar, es que vienes a pelear -me dice el mamón y todos se descojonaban de risa.
A esto que el perro chico, el de la mala leche, se desentiende del otro y se me queda mirando muy fijo como si yo fuera una pechuga empanada. Joder tío, en mi vida las he visto peores. Antes de que se me tire encima, calculo la distancia, y le suelto un taconazo en mitad del hocico. Ahí es donde más le duele, -me lo dijo un criador de perros- y era verdad tronco. Salio llorando como un bebé y aproveche el lío que se armó para abrirme y poner tierra por medio, pero el pavo que tenía cara de perro venía pisándome los talones y mentándome a voces a la familia.
De vez en cuando mi viejo tiene razón. No te acerques a nadie que no conozcas, me repite hasta aburrirme. Y mira tú por donde, alguna vez tenía que acertar, aunque sea por casualidad. Pero, ojo, no se te ocurra reconocérselo a tu viejo porque la has pringado. Te da la brasa de por vida
Pues a lo que iba, tronco, que conseguí darle esquinazo y llegar al botellón que, cosa rara, estaba plagadito de pibas. Vaya, algo bueno tenia que pasarme hoy- pienso para mi- pero, que va.
Me acerco a una tía chachi piruli que, nada más llegar, me había dedicado una miradita de aquí te pillo, aquí te mato. Le cuento la aventura, adornadita, claro, y ella alucinando: ¿de verdad? ¡Que guay! ¡Mola un mazo! ¿Y tú que hiciste? y todo así, tronco, la tenía en el bote. Y en esto, cuando estaba a punto de pillar cacho, se presentan, sin avisar, 20 maderos con todo el equipo: sirenas, linternas, porras de goma y con muchas ganas de jodernos la noche.
Agarro a la piba del brazo y nos ponemos a saltar coches y vallas con tres maderos ladrando detrás. Ni Swarzenagger, tronco. No me creía lo que estaba viendo: La tía saltaba y corría más que yo, tiraba de mí y me sacaba a tirones cuando me caía a una zanja. A los diez minutos, los maderos no aguantaban más y se quedaron atrás, reventados y maldiciéndonos.
Cuando paramos de correr, no tenía idea de donde estábamos. Sin luz, sin aliento, los dos sudando como perros. Y entonces va ella, y sin avisar, se me tira encima y me suelta un mordisco que casi me deja sin labios. Y siento, alucinando en colores, que me agarra la entrepierna tronco y yo, para no ser menos, le correspondo. Y… ¡la volví a cagar! Y ya van tres. ¿Te lo puedes creer? Era un tío con peluca, tetas de goma y un buen par de pelotas auténticas y si no me ando listo, no acaba la cosa ahí, no. El mamonazo no quería soltarme contándome no se qué historias de la igualdad de sexos y de que hay que probarlo todo y si no es porque le suelto un patadón en mitad de la barriga, igual ahora estoy embarazado.
Ah, y de esto, ni una palabra a la peña, que te conozco. Te lo cuento a ti porque hay confianza, pero no quiero pitorreo a mi costa. ¿Entendido?
Total que, visto lo visto, empecé a correr y no pare hasta llegar a casa. Me duché, encendí la Play y me prometí a mi mismo no volver a pisar la calle después de las diez de la noche. Y eso es todo, tronco.
Ah, se me olvidaba, Arancha me preguntó que si el sábado íbamos de botellón. Le dije que sí, que iríamos, ¿mola?

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